jueves, 1 de marzo de 2007

- Psicólogos clínicos frente al dominio medico.

Nos desangramos en luchas fraticidas (que sólo reflejan nuestra desunión, falta de organización y defensa exclusiva y lamentable de intereses cercanos) sin percatarnos de que el principal obstáculo para el desarrollo de la psicología clínica no se encuentra entre nosotros. Existe una fuerte presión del colectivo de médicos y de la industria farmacológica para reducir todo lo posible el papel e influencia del psicólogo en el tratamiento de los trastornos mentales. Para los primeros es una cuestión de dominio y prestigio (incluso de supervivencia para los psiquiatras) y para los laboratorios significa la defensa del gran negocio de los psicofármacos (pastillas-cronicidad-dependencia-deterioro-más pastillas).

Es sorprendente el gran desconocimiento que existe de esta realidad, incluso entre nosotros los psicólogos. Es triste decirlo, pero somos una amenaza para el estatus (profesional y económico) de una clase privilegiada. No entiendo porqué pensábamos que seríamos aceptados sin más y recibidos con alegría. En esta lamentable lucha de intereses son otros los verdaderos perdedores. Llevo 15 años trabajando como psicólogo en la sanidad pública y, sinceramente, estoy cansado de tener que luchar a diario para que los pacientes reciban el tratamiento psicológico que necesitan. Salvo escasas (y maravillosas) excepciones la actitud de los médicos frente a los psicólogos se mueve entre la ignorancia y la soberbia, en un empeño absurdo (y extremo en ocasiones) por demostrar y conservar su posición de dominio. Y no me lamento por lo que llevo soportado (ni por lo que me queda) sino por el mar de sufrimiento que esta situación ocasiona a los pacientes. Parece que en algún momento demasiada gente olvidó que estas personas son nuestra única razón de ser y que a ellos nos debemos. La defensa a ultranza de los tratamientos biológicos para los trastornos mentales sólo responde a esta realidad. El principal obstáculo en la lucha contra ella es, precisamente, la falta de conciencia. A menudo, ni los mismos implicados se percatan de ello, bien por inercia (a fin de cuentas siempre ha sido así) o bien por el afán de muchos de nosotros de "asimilarse" o "confundirse" con la clase médica y ganar con ello su prestigio. Esta actitud de no oposición implica una sumisión no crítica y la renuncia vergonzosa a lo que somos.

El verdadero campo de batalla se encuentra en la promoción del trabajo de los psicólogos frente a otras alternativas médicas Es ahí donde podemos conseguir nuestra "tajada", la que nos corresponde, el terreno que debemos ocupar. Cuando un paciente tiene problemas físicos debe atenderlo un médico, cuando muestre dificultades psicológicas que se ocupe un psicólogo. Y no es que los fármacos no deban usarse, todo lo contrario, son útiles empleados debidamente y dentro de un marco razonable de comprensión del problema. En este marco, lógicamente, el psicólogo es el profesional central en el tratamiento de la mayor parte de los trastornos mentales, al igual que el médico lo es en el abordaje de la patología física. En el fondo existe un miedo (disimulado) a la llegada de la psicología clínica y una huida hacia delante de la mayor parte de los psiquiatras. Bien visto, los desarreglos que afectan a las personas sólo pueden ser de naturaleza física o psicológica (la espiritual es opcional). Un problema mental con patología orgánica es competencia del neurólogo y si se descarta tal patología sólo nos queda la psicológica y, por tanto, competencia del psicólogo. ¿Y el psiquiatra?, ¿qué pasa con el psiquiatra?, ¿dónde esta su terreno natural? No tiene, o mejor dicho, es prestado. Cedido "amablemente", sobre todo por el psicólogo. Pues bien, el préstamo se ha acabado, queremos lo que es nuestro porque necesitamos hacer nuestro trabajo y hay mucha gente que necesita que lo hagamos. Y de todo esto ¿qué dice el COP? Que yo sepa nada, como si no existiera el problema. ¿Es que sólo lo observamos unos pocos? Hemos logrado algo importante, la especialidad es un primer paso que nos permite la posibilidad de luchar con menos desventaja para el desarrollo de la psicología clínica en el ámbito sanitario. No entiendo porque el conflicto esta planteado entre nosotros. No deberían existir luchas internas por el reparto de lo ya logrado, olvidando que casi todo esta aún por conseguir: nuestra influencia en el campo de la Salud Mental, en comparación con los médicos, es aún ridícula. Y esa debería ser nuestra lucha, con el COP a la cabeza y la unión SOLIDARIA de todos los colectivos de psicólogos.

Autor: Guillermo

1 comentario:

Concha Hidalgo Esteban dijo...

Hola Guillermo, no te conozco, y ya simpatizo contigo plenamente. Soy Psicóloga Clínica desde 1996, pero desgraciadamente sólo he podido ejercer como tal (en grandes hospitales y clínicas psiquiátricas) fuera de España. Es irónico, pero me tuve que ir al extranjero a ejercer mi profesión, porque aquí no estaba/está reconocida. La gran rivalidad que nos inunda, es aprovechada por farmacéuticas y profesionales de la medicina, con la finalidad de desprestigiar una profesión valorada por todas las personas que necesitan ser escuchadas. Todo ser humano necesita ser escuchado, y a menudo, una escucha profesional es necesaria para salir de bloqueos o conflictos que nos impiden llevar a cabo nuestra cotidianeidad. Amén por supuesto, de patologías clasificadas donde se requiere un tratamiento específico y a muy largo plazo.
Siempre he visto que la psiquiatría y la psicología, son complementarias, pero no opuestas o excluyentes. Son igual de valorables, la una como la otra; pero a pesar de trabajar en el mismo terreno, no se aborda de la misma forma. La farmacología es importante, pero no es lo único importante.
El COP no dice nada, ni dirá nada, porque tal vez detrás del COP, hay otros intereses formados, que psciólogos como tú y como yo, sabemos que existen y que no interesa del todo dar el lugar que corresponde a la profesión. He dicho el lugar que corresponde, no he dicho que esté por encima o por debajo. Son profesiones complementarias y hasta que no podamos ver, sentir eso, no podremos cambiar nada.
Me alegra saber que tú, al menos, puedes ejercer en sanidad pública. Irónicamente, yo he ejercido, en sanidad pública, durante 7 años en Europa; cuando llegué aquí, me dijeron que no estaba cualificada; debe ser que España no es Europa.
Un abrazo y tienes mi apoyo incondicional en la lucha por el reconocimiento de una bella profesión como es la de Mejorar la Vida de las Personas.