lunes, 5 de marzo de 2007

- Feminismo, la Mentira Noble

(by Robert Sheaffer)

En su libro "La República", Platón afirma que, para construir una Utopía adecuada, sería necesario pintar a los dioses como seres virtuosos, al margen de lo que Homero y otros autores pudieran haber escrito sobre ellos. Por lo tanto, la censura y el engaño son vistos como un requisito para la virtud instituída. "En ciertos casos, la mentira es útil y no detestable" [1]. Esto ha llegado a conocerse como la "Mentira Noble" de Platón.

En la época actual, otro constructor posible de Utopías ha adoptado, casi sin ser visto, la "Mentira Noble" en la búsqueda de sus metas, utilizando la censura y la decepción, mientras que mantiene un aura de rectitud moral: el "Movimiento Feminista Políticamente Correcto", el cual virtualmente domina el mundo académico y las esferas del gobierno, sin oposición alguna. El mundo, tal como es descrito por el academicismo feminista contemporáneo es un mundo peculiar.

Enseña una historia que es una variación de aquella que se enseñaba en los departamentos de historia, tiene una visión de la ciencia que sólo incorpora selectivamente aquéllo que es enseñado en los departamentos de ciencia y, paradójicamente, un enfoque no liberal de la moralidad, en la cual la acción correcta depende en gran medida de quién la está realizando. La visión del mundo creada por el feminismo contemporáneo tiene mucho en común con la del ilusionista, quien puede crear un escenario impresionante, pero sólo cuando es visto desde cierto ángulo, y cuando todos los intentos de un estudio crítico son silenciados.

Realmente, es difícil anular la sospecha de que la razón por la que las feministas siempre han insistido en un departamento separado para su programa de "Estudios de Género" es porque ell@s requieren liberarse del proceso de "revisión de pares" (peer review) y del estudio crítico que su material recibiría si fuese enseñado como historia, filosofía o ciencia. Durante mucho tiempo, l@s feministas han estado lejos de esos fracasos académicos debido a que inculcaron, de forma amplia y bastante exitosa, la Culpa del Varón; la cual le permitió a l@s feministas afirmar que cualquier estudio crítico sobre sus dudosos reclamos, lo que buscaba era "culpar a la víctima". Es obvio que l@s feministas trabajan arduamente por la "Victimización de la Mujer".

Adicionalmente, los sentimientos caballerosos hicieron sentir a los hombres que era algo incorrecto "atacar a las mujeres", aún si esas mismas mujeres estuvieran vertiendo un discurso absurdo en el proceso de atacar vigorosamente a los hombres. Por supuesto, la falacia en esta lógica es asumir que la agenda propuesta por las feministas es realizada, en verdad, por los mejores intereses de las mujeres.

Una agenda pro-mujer promovería relaciones armoniosas entre ambos sexos y fortalecería la familia; sin embargo, la agenda feminista, al hacer lo opuesto, perjudica a la mayoría de las mujeres, así como a los hombres. El resultado ha sido el que un trabajo grande de verdades selectivas, medias verdades y aún falsedades ha sido aceptado sin mayores cuestionamientos por una gran proporción del público educado.

En el Estado Utópico de Platón, los gobernantes podían tener el monopolio sobre el derecho a contar mentiras. A través del cumplimiento de los códigos de "discurso hostil" en el campus (y en algunos casos, el cuestionar la doctrina feminista ha sido considerado como "discurso hostil"), las feministas académicas contemporáneas buscan el mismo privilegio. Uno de los absurdos más obvios que se ha enseñado en la historia de las mujeres es la supuesta era de la "Diosa Idílica", cuyos defensoras más conocidas son Riane Eisler y la reciente Marija Gimbutas, quienes han difundido un gran número de artículos y libros poco críticos y con una fuerte carga emocional. Este es un nuevo giro sobre los "matriarcados antiguos", un tema que ha sido bastante popular entre los marxistas y las feministas. Las feministas hablan con frecuencia, y en tono sarcástico, de los últimos miles de años como el período desde el "ascenso del patriarcado", un enunciado que trata de crear una impresión completamente falsa de que alguna vez las cosas fueron distintas.

Gimbutas, quien ha sido profesora de Estudios Indo-Europeos en la Universidad de California en Los Angeles, sostiene que el Neolítico Europeo disfrutó de una sociedad pacífica e igualitaria, con igualdad de géneros pero centrada en la mujer, antes de la invasión de los brutales invasores patriarcalistas Indo-europeos, hace más de cuatro mil años. Ella ha difundido su idea en varios libros grandes y bellamente ilustrados los cuales describen a la supuesta diosa universal de este período. Virtualmente, todas las colegas profesionales de Gimbutas ceden a su visión de la "Diosa Idílica", típicamente con comentarios como "Gimbutas ha ido demasiado lejos", o "Dios mio, aquí viene Marija otra vez" [2].

Los que proponen la teoría de la "Diosa Idílica" enseñan una variante del mito del "Paraíso perdido del Edén". En esta nueva versión, la raza humana ha sido expulsada del paraíso debido a los pecados del hombre, no los de la mujer. En la versión del Génesis, la mujer fue la primera que pecó, pero ambos cometieron la ofensa. Obsérvese que en la fábula feminista, los hombres sólos son los responsables de lo malo, mientras las mujeres representan todo lo bueno. Este sentimiento es encontrado una y otra vez en todo el pensamiento feminista, dando a entender, con toda claridad, la superioridad moral de las mujeres.

Otras feministas sostienen haber encontrado sociedades con "roles de género invertidos" o con "roles de género iguales", siempre en otros lugares, siempre inaccesibles, siempre remotos. Los supuestos matriarcados, así como las supuestas ocurrencias de los poderes psíquicos, exhiben el "efecto de timidez" y nunca pueden ser observados directamente. Algunas afirman la existencia de "matriarcados" actuales contemporáneos en lugares remotos de Africa, Asia, Madagascar, o cualquier otro, pero cuando se piden pruebas verificables, invariablemente no hay ninguna. La más reciente observación de una "sociedad no-patriarcal" fue en la remota Isla de Vanatinai cerca de Papua Nueva Guínea [3].

Sin embargo, una cuidadosa revisión revela que, aún cuando algunas mujeres se han vuelto bastante influyentes, la gran mayoría de las personas influyentes allí son hombres (igual que en nuestra sociedad). Algunas personas simplemente confunden las sociedades "matrilineales" o "matrilocales" existentes (denotando la primacía del rol de la mujer en la herencia de las propiedades o para determinar la residencia, respectivamente) con sociedades "matriarcales" (gobernadas por mujeres) inexistentes. Típicamente, en una sociedad matrilineal o matrilocal la mujer está sujeta a la autoridad de la madre de los parientes del varón, más que a su esposo.

La antropóloga contemporánea Eleanor Leacock, feminista y marxista, citó una supuesta sociedad con igualdad de roles de género: 'la de Montagnais-Naskapi de Quebec del siglo XVII', cuyo status de "igualdad de roles de género" se dice que fue registrado por los primeros misioneros cristianos antes que los norteamericanos nativos fueran, supuestamente, corrompidos hacia su actual estado patriarcal por la opresión y el colonialismo occidental [4]. Sin embargo, el planteamiento de Leacock es completamento falso, ya que necesita la omisión selectiva de algunas declaraciones tales como "Nunca oí que las mujeres se quejaran por no ser invitadas a las fiestas, o porque los hombres comieran las mejores piezas, o porque ellas tuvieran que trabajar contínuamente", ¡mientras que cita otras declaraciones del mismo párrafo!

Otras académicas feministas han malinterpretado, sea por descuido o por falsedad, la descripción clara y directa de Margaret Mead de los hombres Tchambuli como "débiles", sosteniendo que esto es una prueba de una sociedad en la cual los roles sexuales típicos se habrían invertido. Pero, este planteamiento ignora, de forma conveniente, que los hombres Tchambuli eran literalmente cazadores de cabezas, quienes tenían las diversas cabezas de sus enemigos como trofeos. Llamar a esos fieros guerreros "débiles" es hacer una mal uso de la palabra. La misma Mead negó, repetidamente, haber descubierto alguna sociedad con roles sexuales invertidos. Incluso el sociólogo Steven Goldberg encontró que 36 de los 38 libros de texto de introducción a la Sociología citaban el supuesto descubrimiento de Mead de los "roles invertidos" de los Tchambuli como una "prueba" de que los roles sexuales estaban determinados ambientalmente [6].

Esas son las mentiras que se han estado enseñando a los estudiantes hoy en día, en el nombre piadoso del feminismo. La dura realidad es que toda la historia de la raza humana, desde la actualidad hasta los primeros textos escritos, es un registro ininterrumpido del llamado "patriarcado", tal vez llegando incluso hasta nuestros primeros ancestros primates (ya que la sociedad de los chimpancés muestra un dominio masculino extremo). En las sociedades humanas, sin excepción, el liderazgo está asociado con el varón, y el cuidado y crianza de los niños con la mujer.

Aquellos que sostienen que la "socialización" debería, de alguna forma, explicar los roles sexuales, se encuentran incapaces de explicar por qué la socialización procede siempre en una dirección uniforme, cuando - de acuerdo a sus premisas - debiera proceder de forma aleatoria, resultando en un retazo de matriarcados, entremezclado con patriarcados. ¿Por qué todas las sociedades, sin excepción, socializan a los hombres para el liderazgo, y a las mujeres para las tareas domésticas? ¿Por qué no al revés?

De este modo, la estricta explicación feminista cae en una regresión infinita, y ella misma termina postulando una 'causa sin causa': se dice que el dominio masculino que observamos en todas las sociedades es causado por la "socialización", aún cuando la socialización (que siempre resulta en el liderazgo masculino) en si misma no tiene causa, y de alguna forma "siempre fue así".

Steven Goldberg sostiene, persuasivamente, que el planteamiento popular de la "socialización" para explicar los roles sexuales logra una causalidad en retrospectiva. Escribe que las teorías feministas "cometen el error de tratar al ambiente social como una variable independiente, no logrando explicar por qué el ambiente social siempre se adecúa a los límites fijados por, y siguiendo una dirección acorde con, lo fisiológico" (es decir, el ambiente nunca actúa como una contraparte suficiente para permitir que una sociedad evite el dominio masculino de las jerarquías)" [7].

En otras palabras, no es verdad, como las feministas sostienen, que las sociedades inventan roles sexuales arbitrarios (luego, las feministas desarrollan conceptos pseudo científicos sobre diferencias sexuales biológicas para justificar las normas de la sociedad). Al contrario, las sociedades observan los patrones de comportamiento que la biología parece hacer inevitables y, en consecuencia, tratan de socializar a los hombres y mujeres en roles que se espera ellos serán capaces de cumplir.

Por consiguiente, de acuerdo a Goldberg, la "socialización" es la variable dependiente, no la independiente como se supone comúnmente. Si los roles sexuales fueran, en realidad, construcciones sociales arbitrarias, creadas para mantener a las mujeres "en su lugar", ¿por qué es necesario darle a los transexuales -individuos que ya muestran muchas características del sexo opuesto- hormonas del sexo opuesto, antes de -y separados de- cualquier cirugía, para permitirles encajar genuinamente en su nuevo rol?

Se ha demostrado que las hormonas masculinas y femeninas, invariablemente, producen características profundas que alteran el estado de ánimo. Por ejemplo, en la película documental "Max", de la directora lesbiana Monika Treut, un transexual antes de la operación mujer-varón comenta sobre los profundos efectos experimentados al haberse administrado las hormonas masculinas en el curso del tratamiento. Ella informó que sus niveles de energía se incrementaron repentina y dramáticamente, así como su impulso sexual. Su estado de ánimo fue afectado fuertemente. Ella misma se encontró incapaz de llorar tanto y con la misma facilidad con que lo hacía antes. Esto no fue una reacción aislada, sino que muchos de esos efectos son la norma. Realmente, ellos son la razón del tratamiento: para producir la conducta que será vista como genuinamente masculina o femenina, es necesario tener el balance adecuado de hormonas sexuales que estén circulando en el cuerpo de uno.

Sin embargo, las feministas atribuyen tal conducta en los hombres a la "socialización". Ahora bien, si la hipótesis feminista 'la sociedad es la responsable' fuera cierta, las hormonas sexuales no tendrían efecto en el comportamiento y probablemente los transexuales serían entrenados para sus nuevos roles solamente leyendo un libro. La razón por la que las teorías feministas intentan forzarnos a ignorar el rol fundamental de las hormonas masculinas y femeninas (como determinantes de la conducta) es que tendríamos que reconocer que los roles sexuales no solamente son arbitrarios, sino que de hecho son permanentes e irradicables (salvo una intervención quirúrgica radical).

Las feministas contemporáneas "Políticamente Correctas", así como los marxistas, se sienten obligados a postular una explicación puramente ambientalista para todas las diferencias de tipo sexual, ya que una vez que las diferencias biológicas son admitidas como factores relevantes, la presunción de que las mujeres son "víctimas de la discriminación" no puede ser apoyada. Entonces, las feministas tendrían que separar los efectos de la llamada "discriminación" de aquéllos producidos por la biología, una tarea a todas luces imposible. Por consiguiente, debe ser declarado ipso facto que las diferencias biológicas varón/mujer no tienen consecuencias posibles que sean observables.

El biólogo Garrett Hardin observa que el epíteto "determinismo biológico", el cual lleva consigo "implicaciones de la rigidez más absoluta", es "una insignificancia que el hombre estableció para la conveniencia de los polemistas, podemos ignorarla sin problemas". Luego añade:

"...suponer que la conducta humana no está influenciada por la herencia, es decir, que el hombre no es parte de la naturaleza. La premisa darwiniana es que sí lo es; los Darwinianos insisten que el peso de las prueba recae en aquéllos que afirman lo contrario".

El filósofo Michael Levin describe la teoría feminista como una forma de "Creacionismo". Levine la define como:

"...cualquier negativa a aplicar la teoría de la evolución al hombre. Es irrelevante si esta negativa es sostenida por una lectura literal de una escritura o la conformidad con una ideología secular."

El discrepa de científicos como Richard Lewontin y Stephen Jay Gould, quienes "toman un enfoque completamente naturalista hacia todas las criaturas vivas, a excepción del hombre" [8]. El hecho de que los hombres tengan mayor fortaleza física que las mujeres, posiblemente no puede ser admitido como el factor que causa que los hombres predominen en los trabajos agotadores; por el contrario, la escasez de mujeres en tales trabajos es atribuído a un "ambiente de trabajo hostil" creado por los hombres sexistas.

Que las mujeres gasten, de lejos, más dinero en ellas mismas (un dinero que, presumiblemente, es ganado para ellas por los hombres) casi nunca es considerado. Si fuese realmente cierto que las mujeres estuvieron recibiendo 59 centavos (o cualquier otro número que usted elija creer) por cada dólar que el hombre ganara, por realizar el mismo trabajo y con el mismo nivel de habilidades, entonces posiblemente ningún negocio sería competitivo si emplearan a algún hombre.

La diferencia en la elección de carreras podría surgir de preferencias mutuas y de elecciones independientes hechas por los dos grupos, donde el tener diferencias fisiológicas innatas y significativas no podría ser una hipótesis permisible, aún cuando pudiera parecer obvio para cualquier sociedad, excepto para la nuestra. Ninguna explicación será satisfactoria para las feministas contemporáneas a menos que presente a los hombres como explotadores y a las mujeres como víctimas (una descripción que, en sí misma, desmiente el reclamo feminista de creer en una "igualdad estricta").

Para defender el empleo de la "hipótesis de la conspiración", las feministas deben sostener que, o bien no existen diferencias genuinas, innatas, en las destrezas, actitutes y habilidades, entre hombres y mujeres, o bien que tales diferencias pueden existir, pero no tienen un efecto observable, en absoluto. Tan pronto como se admiten dichas diferencias como un importante factor que está influenciando las elecciones de carreras y desempeño, el argumento de la supuesta "discriminación" omnipresente se desvanece.

Ahora, en casi todos los deportes de los cuales se tiene registros, los hombres superan, de forma significativa, a las mujeres. Esas diferencias no son un truco; es cotidiano que los atletas masculinos destacados de la secundaria compitan con las mujeres que tienen marcas mundiales en su deporte. La mayoría de las feministas admitirá, de forma reacia, al menos en los deportes, que la diferencia en el desempeño de hombres y mujeres es el resultado de factores innatos, no del condicionamiento social. Ningún adoctrinamiento político intensivo transformará a una atleta femenina en un defensa respetable en la Liga Nacional de Fútbol.

Por tanto, esto coloca a la feminista en la curiosa posición de sostener que los factores innatos sí cuentan para explicar las profundas diferencias en el desempeño de varones y mujeres dentro de los deportes, pero absolutamente para nada más. Esto viola cualquier idea de moderación. Michael Levin afirma que es absurdo declarar que no existe trabajo pagado, fuera del atletismo, donde el tipo de destreza, la vitalidad y la velocidad desplegada en el atletismo resulte en ventaja. [10].

Por supuesto, una vez que las feministas admiten la realidad de habilidades diferenciadas basadas en el sexo, deben reconocer que el desempeño promedio superior de los hombres en aquellos trabajos agotadores es debido a factores innatos, y no a la "discriminación" o a la "socialización". Realmente, es la ideología, no la lógica, la que impulsa la hipótesis de la absoluta intercambiabilidad varón/mujer (más exactamente: las feministas negarán el reclamo de intercambiabilidad, aún cuando defiendan vigorosamente todo lo que se deduzca de ella). El feminismo contemporáneo "Políticamente Correcto", con su énfasis en los "derechos de los grupos" y las ofensas de grupo, en esencia no es liberal. Esto supone una ruptura radical con una larga tradición humanista que enfatiza los derechos individuales, así como los premios y castigos.

El movimiento feminista ataca la libertad de expresión, siempre que la libertad es usada de formas que ellas no aprueban. Las feministas recientemente han unido sus fuerzas con la Derecha Religiosa para atacar la llamada "pornografía". Otra coalición de las feministas con la Derecha Religiosa ha emprendido una cruzada contra los llamados "Cultos Satánicos", la cual se está convirtiendo rápidamente en una "caza de brujas" ¡en el sentido literal!

Y el uso apasionado de las "memorias reprimidas" altamente dudosas para descubrir los supuestos "incestos olvidados" es de lejos una campaña liderada por las feministas, donde una de sus mayores impulsoras es Gloria Steinem. Esta ideología busca reemplazar la idea liberal de "igualdad ante la ley" con el siniestro "algunos somos más iguales que otros", premiando a las mujeres con derechos y protecciones especiales no disponibles para el hombre.

Uno de los ejemplos más claros de la exigencia feminista del "Más-Iguales-que-Otros" se refiere al status de los colegios de varones y de mujeres. El número reducido de colegios de varones aún existentes, de orientación militar mayormente, tal como el Virginia Military Institute y The Citadel, están bajo una presión legal y política férrea por parte de la política feminista para terminar con los colegios de varones y de mujeres, lo cual ellas sostienen es "discriminatorio". Y usted podría decir, ¿tal vez sí lo es?

No obstante, cuando hace unos años, el colegio de mujeres Mills College de Oakland, California, decidió empezar a admitir estudiantes varones, por razones propias y sin ninguna coerción, este mismo discurso feminista, imparable, fue esgrimido sobre ellos para preservar la educación de sexos por separado, forzando a los directores a modificar su decisión, manteniendo al Mills College como un centro exclusivo para las mujeres.

Sin embargo, cuando hablan a una audiencia ingenua, las feministas sostendrán que ellas "sólo quieren igualdad"! Pero, en verdad, cualquier feminista que clama por "queremos igualdad" haría mejor en especificar, gustosamente, qué privilegios desea dejar. La justificación dada para mantener el Mills College como exclusivamente de mujeres fue que los hombres tendían a dominar los ambientes de clase debido a sus niveles mayores de agresividad, creando entre las mujeres la necesidad de tener una 'liga propia' donde ellas puedan aprender y discutir a su propio ritmo, más pausado.

Y yo no dudo que, realmente, los hombres dominen las discusiones y actividades de las clases con más frecuencia que las mujeres. Sin embargo, las feministas que argumentan de esta manera se encuentran en la delicada posición de sostener que, mientras que el dominio masculino de los salones de clase es causado por la mayor agresividad de los varones, el dominio masculino del mundo de los negocios nada tiene que ver con la agresividad masculina, sino que todo esto es el resultado de una conspiración secreta, sucia, contra las mujeres.

En el país de las maravillas del feminismo contemporáneo, la educación basada en la segregación sexual es, o muy necesaria, o muy mala, dependiendo de cual es el sexo que está siendo excluído. La mayor agresividad masculina, observada en promedio, le permite y no le permite eclipsar a las mujeres dentro de la misma organización, dependiendo de la conclusión que se desee probar. A final de cuentas, todos los argumentos feministas son ad hoc: utilizan cualquier argumento que puedan encontrar para probar lo que desean probar en ese momento (victimización, discriminación, opresión, persecusión, lo que fuera).

No hay ninguna exigencia de que el argumento que el feminismo usa hoy, tenga que ser consistente con el que usó ayer, o el que usará mañana. Los hombres, simultáneamente, son y no son más agresivos, son y no son mejores en matemáticas, son y no son más persuasivos, etc., dependiendo de que es lo requerido por las exijencias del momento.

El feminismo no necesita preocuparse el que alguna mujer objete que el argumento de hoy es inconsistente con el de ayer: cualquiera que lo haga será etiquetada como "enemiga de las mujeres" y será sacada del movimiento. El feminismo "Políticamente Correcto", adecuadamente sensible, nunca critica a una hermana feminista, no importa lo que ella pudiera decir, sino que simplemente "escucha la diversidad de las voces de las mujeres".

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